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Politica 25.02.2024

Gobernadores que le devuelven la dignidad a la política

Torres, Pullaro, Llaryora y Vidal representan una síntesis entre la inteligencia, la racionalidad, el coraje y el amor a la política

Fuente: Infobae

Duelen la miseria de la sociedad, el cierre de comedores populares por la suspensión de fondos indispensables, la medicación que no llega a pacientes graves sin recursos; duelen la esperanza de los inocentes, la desmesura, el fanatismo, el insulto y la descalificación por parte de quienes son responsables de gobernar, y también, por qué no, la cantidad de injusticias que algunas dirigencias ocultaban en función de sus propios intereses.

 

El gobierno de Milei parece limitar su objetivo a la desproporción de sus palabras y a los excesos de sus hechos. El fascismo condena al disidente, solo quien opina como el gobernante tiene derecho a expresar su pensamiento. Esa idea macabra de concebir al opositor como enemigo, que fue también bandera del estalinismo, generó en ambos regímenes siniestras consecuencias por todos conocidas, espero. Ya dudo del conocimiento que se tiene de los acontecimientos históricos, al ver tanta distorsión en lo que se informa desde cierto periodismo, incurriendo en gruesos errores en lo fáctico, ni qué decir en lo interpretativo.

Los ingenuos que esperan mejoras asombran, los cínicos que aplauden, no menos. Asimismo, nos deja atónitos la capacidad infinita de adaptación de algunos oficialistas, no diremos “ensobrados”, pero que, de serlo, hallarían en el cohecho su mejor justificación. Especialmente en televisión, encontramos defensores de la corrupción de los que se fueron y de la demencia de los que llegaron que no solo no pueden explicarse, sino que no contribuyen a informar con seriedad y veracidad a la opinión pública. Darle racionalidad a la irracionalidad de Milei y los suyos solo se explica como respuesta prebendaria.

Pero en esta situación de desesperanza, surge el final de una etapa política: la de los Kirchner, los Macri, los Menem y también los Milei, como proyecto de imposible estabilización. Aparecen en escena los gobernadores de Córdoba, Santa Fe, Chubut, Santa Cruz. Cuatro gobernadores que representan una síntesis entre la inteligencia, la racionalidad, el coraje y el amor a la política. Lo anterior estaba más marcado -la dicotomía, por ejemplo, entre Massa y Rodríguez Larreta- por una concepción del poder económico. Estos cuatro gobernadores asoman como apasionados por el poder político. No olvidemos que la degradación de este poder reside en la concepción del dinero como eje de imposible sustitución. El dinero nunca sustituye a la conciencia, y la política, al igual que la poesía o el amor, es vulnerable a la degradación e invulnerable a los sueños.

 

Vivimos un momento alucinante en el que lo nuevo sirve para desnudar los defectos infinitos de lo viejo- la corrupción esencial de la política que se va-, y lo que más asombra, si hablamos de corrupción, es que haya transitado todos los gobiernos. Ahora, vinieron los libertarios que, sin idea alguna de la ética -ni aspiración por alcanzarla-, imaginan que sólo se puede robar a partir de lo que ellos conciben como empresas privadas. Es decir, no pretenden mejorar a la sociedad, sino privatizar el logo.

Ante esta situación alarmante, Torres, Pullaro, Llaryora y Vidal marcan una diferencia relevante. Son varios y se distinguen de sus pares, aquellos que muestran una degradación paralela a la de algunos periodistas oficialistas. Este grupo tiene algo esencial en política: una rebeldía con conciencia e ideas. Y, hay que admitirlo, todos ellos fueron cercanos al gobierno actual. En cambio, lamentablemente, el kirchnerismo no da ni un gobernador ni un pensador porque está agotado en sí mismo. Haber corrido al peronismo demasiado a la izquierda terminó regalándole el centro a la extrema derecha, saturó a buena parte de la sociedad y la llevó a optar por esta derecha irreverente y carente de contenidos.

 

Duelen los crédulos que esperan inversiones, como aquellos del uno a uno que terminaron golpeando las puertas de los bancos en su intento de recuperar lo que les habían robado. El ciclo es siempre el mismo: el liberalismo viene para privatizar y termina en la concentración económica, la extranjerización como sinónimo de modernidad y el incremento de la pobreza. Empezó en el último golpe y no paró hasta hoy. Cuando algunos se refieren despectivamente a Aldo Ferrer y a su “vivir con lo nuestro”, convengamos que la distancia ética del economista respecto de los entreguistas que vinieron más adelante es infinita. En él se expresaba la defensa que toda sociedad capitalista hace de sus propios intereses, visión que equipara a China con Estados Unidos y sin duda, describe la integridad de la Unión Europea. Después del último golpe, llegaron los que sobornaron con la obra pública o con los créditos del FMI, dos variantes del cohecho. No se trataba de reivindicar las necesidades colectivas, sino de instalar las prebendas por encima de la sociedad. No era vivir con lo nuestro, era hacer nuestro lo ajeno.

Cuando fui diputado en el 73, nunca me correspondió un nombramiento. Luego me tocó el exilio, y hasta el secuestro. En mi segunda diputación, en el 83, nos asignaban un nombramiento. Sin embargo, la política se fue degradando con el “acomodo” de parientes y amigos y en el fondo, se convirtió en casta, gran acierto de Milei como eslogan para ganar elecciones. Lo que pasa es que la casta es dañina, pero el mercantilismo al que Milei sirve lo es mucho más.

En síntesis, confío en que se cierre la etapa en que los argentinos dejaron de admirar la inteligencia para adherir sin miramientos a la viveza del viejo Vizcacha buscando “un palenque ande ir a rascarse”. La debilidad presidencial permitió la aparición de un grupo de gobernadores que le devuelve la dignidad a la política. Así, van surgiendo dirigentes jóvenes que sueñan con un destino distinto, sabiendo que la inteligencia es lo que verdaderamente importa. Espero no equivocarme, creo que la única forma de trascender la hallamos en la coherencia, los ideales y las pasiones.

 

“Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con los ojos nuevos, desencadenará una revolución”

Paul Cézanne, pintor francés