Los planes de Novak Djokovic para 2018 chocaron demasiado pronto con la realidad. Y el serbio, que se había propuesto recuperar lo que alguna vez supo ser "su" trono en el tenis mundial y que para ello había contratado a una leyenda como Andre Agassi y sumado a Radek Stepanek, terminó no sólo separado de ambos, sino operado una vez más en su codo a principios de este año.

Hoy, Djokovic no sólo es el campeón reinante del certamen más tradicional de todos (Wimbledon) sino que está a las puertas de conseguir un hito inédito: si gana la final del torneo de Cincinnati, será el primer tenista profesional que conquista la totalidad de los Masters 1000 del circuito.

El serbio se ganó el derecho a competir por esa chance al vencer a Marin Cilic en un duro partido, que se resolvió en tres sets (6-4, 3-6 y 6-3) tras 2 horas y 32 minutos. Fue una jornada más que particular para él: había arrancado completando el duelo de octavos de final ante Grigor Dimitrov (que se había suspendido por lluvias) y terminó tarde en la noche norteamericana. Y al salir, después de tantas horas ahí adentro, se olvidó adónde había dejado estacionado el auto.

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