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Politica 19.11.2016

EE.UU.

Los peligros que entraña la política de Trump

Las dificultades que está encontrando Donald Trump para conformar su equipo de gobierno expresa los contradictorios intereses económicos y políticos que el presidente electo deberá tener en cuenta para ejercer el poder a partir del próximo 20 de enero. 

Por: Agenciafe/Télam /

 El nacionalista Trump ganó las elecciones del pasado 8 de noviembre con una retahíla de ideas basadas en la creación masiva de empleos sustentada en el fortalecimiento industrial de Estados Unidos y una política proteccionista a ultranza.
 
Durante su campaña, el flamante presidente electo de los Estados Unidos denostó la política monetaria de la Reserva Federal de bajas tasas de interés y culpó al banco central y al gobierno de Barack Obama de la extraordinaria "burbuja" bursátil de Wall Street.
 
La mayoría de los observadores y analistas económicos internacionales subrayan por estos días que el presidente electo quiere resucitar la "reaganomics", esto es, el programa de reducción de impuestos, déficit fiscal y supremacía comercial estadounidense en el mundo que aplicó Ronald Reagan en los ´80.
 
Es evidente la similitud de propuestas, algunas de las cuales entroncan incluso con iniciativas de "activismo fiscal" que vienen planteando algunos sectores del establishment como el vicepresidente de la Reserva Federal, Stanley Fischer, ante el agotamiento de las políticas laxas ejecutadas por la Reserva desde 2008.
 
Así, Trump buscaría superar el déficit comercial del país, la caída de su productividad, de la calidad de sus empleos y la decadencia de sus infraestructuras, a través de una drástica reducción de impuestos y un plan de gasto público federal en infraestructuras e inversiones militares.
 
Esto supondría una pérdida de ingresos fiscales de seis billones de dólares en la próxima década, en un marco de crecientes dificultades y conflictos políticos para evitar mayores déficits.
 
El costo de plan federal de inversiones rondaría los 300.000 millones de dólares. A su turno, todo esto llevaría a un aumento de la deuda pública de siete billones de dólares en los próximos 10 años.
 
El plan de estímulos fiscales traería un aumento de la inflación, lo que ya perciben los mercados, y que sería bienvenido por el establishment que quiere acabar con la amenaza de deflación de la última década, al tiempo que la tasa de interés se incrementaría tal como lo anunció esta semana Janet Yellen, la titular de la Reserva Federal.
 
El dólar, como en la época de la "reaganomics", se fortalecería, como ya se está viendo estos días.
 
Wall Street piensa que la reactivación a través de los planes de gasto público permitiría continuar inflando la "burbuja" a pesar del cambio a una política monetaria restrictiva, una primera contradicción con los objetivos de acabar con aquella de la propaganda electoral de Trump.
 
De hecho, gran parte de los problemas para la conformación del equipo de gobierno, proviene del hecho que hombres de la banca suenan ya para importantes cargos que muestran el acercamiento de Trump a Wall Street, el gran poder entre bastidores.
 
Ahora bien. Con un dólar alto (bajo Reagan se fortaleció un 45% entre 1980 y 1985), los capitales fluirán raudos hacia Estados Unidos, incrementando aún más el valor de la moneda y favoreciendo lo que Trump dice venir a combatir: las importaciones y el déficit comercial.
 
Al igual que bajo Reagan y después George W. Bush, Trump delinea un curso de política económica de dólar fuerte, mayores importaciones, déficit comercial, más burbujas especulativas bursátiles e inmobiliarias y, finalmente, nuevas y devastadoras crisis financieras, además de un desboque total del déficit fiscal a mediano plazo.
 
El instrumento que Trump piensa usar para moderar esta deriva es el proteccionismo, particularmente con agresivas medidas arancelarias contra China, el gigante asiático con el que Estados Unidos tiene un déficit comercial bilateral de 400.000 millones de dólares.
 
En esto también repite a la "reaganomics". Estados Unidos buscó reducir sus desequilibrios con una política comercial agresiva como la que propone ahora Trump y así presionó a Japón y Alemania, países con fuertes excedentes externos en aquella época.
 
Debe recordarse también el Acuerdo del Plaza de 1985 por el cual Washington obligó a sus socios europeos y Japón a aceptar una devaluación del dólar del orden del 50% para frenar la sangría comercial del país.
 
Bien mirado, entonces, no hay nada nuevo bajo el sol en la orientación general esbozada por Trump, excepto que la situación general es ahora bien diferente.
 
Por un lado, la importancia de la baja de impuestos, que favorecerá fundamentalmente a los ricos, tendría una incidencia mucho menor en alentar la inversión con respecto a los ´80, al tiempo que la desigualdad social es muy superior a la de aquella década.
 
Como Trump, contra todo lo predicado en campaña, se propone tirar abajo todas las regulaciones bancarias surgidas de la crisis de 2008, provocaría una concentración de la riqueza aún mayor a la vista desde 1980 hasta la crisis de Lehman Brothers.
 
Como ha sostenido el Premio Nobel Paul Krugman, no habrá una crisis inmediata al ascenso del nuevo presidente ya que "es posible que déficits fiscales más abultados, si tienen alguna consecuencia será la de reforzar la economía brevemente", pero contienen las semillas de enormes crisis futuras de deuda.
 
Por otra parte, la estrecha relación EEUU-China supone que Pekín es uno de los mayores tenedores de la deuda pública estadounidense y un abastecedor de primer nivel a costos más reducidos para las empresas norteamericanas.
 
Si Trump ataca, China podría devolver los golpes proteccionistas de Trump mediante un sabotaje al mercado de bonos norteamericanos. Esto podría derrumbar al dólar y sacudir a la economía mundial.
 
Subiría la tasa de interés y provocaría una recesión en Estados Unidos y a escala planetaria, amén de que los chinos responderían, además, con la negativa a abrir su mercado financiero, objetivo central de Washington.
 
Después de la victoria de Trump, los mercados de bonos globales y de Estados Unidos se han vuelto volátiles y riesgosos.
 
Para los países endeudados y periféricos, la economía de Trump entraña graves peligros: fuga de capitales por la suba de la tasa de interés en Estados Unidos en un contexto de caída de precios de materias primas, caída del comercio y, en un contexto de bajo crecimiento como el actual, crisis de pago de la deuda.
 
Como advierten Krugman y algunos otros importantes economistas, si el nuevo presidente estadounidense sigue la línea que parece haberse trazado, podría encender la mecha de la guerra comercial y llevar al planea una situación económica similar a la de la década de 1930. 

“Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con los ojos nuevos, desencadenará una revolución”

Paul Cézanne, pintor francés