Tras dos elecciones generales consecutivas -el 20 de diciembre de 2015 y 26 de junio de 2016- y dos investiduras fallidas, una del ex secretario general del PSOE Pedro Sánchez y otra de Rajoy, España volverá a tener un gobierno conservador con plenos poderes aunque en minoría.

Los socialdemócratas del PSOE, segunda fuerza, ratificaron ayer que permitirán que Rajoy obtenga la reelección mediante su abstención en la segunda votación de su investidura que tendrá lugar en Congreso de los Diputados, para evitar unas terceras elecciones.

La incógnita sigue siendo si los socialistas votarán el bloque, aunque todo indica que una quincena de diputados díscolos, la mayoría catalanes, romperán la disciplina de voto y mantendrán su "no" a Rajoy.

Sin embargo, al dirigente conservador, que cuenta con 137 diputados, y recibirá el apoyo de los liberales de Ciudadanos y Coalición Canaria, sólo necesita la abstención de 11 de los 85 diputados del PSOE para obtener la reelección.

Los socialistas consumarán así un viraje político histórico, puesto que será la primera vez que faciliten la investidura del candidato del tradicional rival con el que se alternaron el poder durante las últimas casi cuatro décadas de bipartidismo.

Ayer, en la primera votación de la investidura de Rajoy, que fue rechazada por la mayoría absoluta de los diputados, el PSOE votó "no" para mostrar su rechazo a las políticas de ajuste y conservadoras implementadas por el PP.

No obstante, el vocero del grupo socialista, Antonio Hernando, adelantó que su partido se abstendría mañana por "responsabilidad" para desbloquear la formación de gobierno y evitar nuevos comicios.

Esta decisión ha sido resultado de un cambio drástico y dramático en el PSOE, derivado la guerra interna que se desató en el seno de la antigua fuerza política española y que se saldó con la dimisión de Sánchez, partidario de mantener el veto al candidato del PP.

El ex líder de los socialistas, quien resultó segundo en los comicios de diciembre, protagonizó un intento fallido de investidura que contó con el apoyo de Ciudadanos pero se vio frustrado por la negativa de Podemos a sumarse el acuerdo, luego de que Rajoy le despejó el camino al declinar la oferta del rey de formar gobierno.

La estrategia del líder conservador resultó acertada, ya que al repetirse los comicios el 26 de junio, el PP salió reforzado y los tres principales partidos opositores retrocedieron, dificultando aún más las posibilidades de forjar un gobierno alternativo.

Sin aliados potenciales, Rajoy se dedicó a esperar insistiendo en que la única opción de evitar unos terceros comicios era que el PSOE se abstuviera y lo dejara gobernar o aceptara hacerlo en coalición.

Rajoy llegó a un acuerdo con Ciudadanos que le permitió presentarse a la investidura con la intención de presionar a los socialistas para que cambiaran, pero no lo logró, ya que el PSOE de Sánchez se mantuvo firme en el "no".

Sin embargo, con la cuenta regresiva en marcha, un sector del socialismo español ligado a la "vieja guardia" y a los poderes territoriales abrió un frente interno contra Sánchez, quien en un intento por salvar su liderazgo propuso unas primarias y un plan que consistía en hacer un último intento por formar un gobierno alternativo o ir a elecciones.

Pero fracasó y se vio forzado a dimitir de su cargo, mientras una gestora controlada por sus rivales internos, entre los que destaca la presidenta andaluza Susana Díaz, tomó el control del PSOE e imprimió el traumático giro que permitirá a Rajoy, al que los socialistas dijeron echarían de La Moncloa, en el nuevo presidente del gobierno.

Los indignados españoles convocaron para mañana una manifestación que está impulsada por la plataforma "Rodea el Congreso" y cuenta con el apoyo de Podemos, para repudiar la elección de Rajoy, que consideran como un "golpe de Estado" orquestado por las elites a espalda de los militantes del PSOE y los ciudadanos.