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Deportes 12.02.2016

EL BANDERAZO CLÁSICO DE LA LEALTAD LEPROSA ANTES DEL PARTIDO MÁS IMPORTANTE

Una vez más una multitud de leprosos pintó de rojo y negro el Coloso del Parque Independencia para apoyar al equipo. La gente pidió y ovacionó a Diego Mateo.

Por: Agenciafe/La Capital /

 El banderazo es un clásico en Newell’s que se repite año tras año. Sin importar el andar del equipo. La pasión se conserva y la gente le da vida con una participación increíble. Para que el evento sea único e inentendible para muchos. Que se abran las puertas del Coloso Marcelo Bielsa sólo para unirse por un rato, cantar y saltar con la participación del plantel es algo raro para los que no conocen la idiosincrasia en la ciudad, en este caso del lado leproso. Lástima que a veces aparecen algunos delincuentes disfrazados de hinchas que intentan empañar una fiesta, como los dos individuos que concurrieron con machetes y fueron detenidos por la policía antes de que ingresaran a la cancha.
  Los malos resultados del equipo generaron cierto malestar general entre los rojinegros. Por eso las autoridades policiales decidieron ordenar un operativo con 250 agentes que no sólo debían custodiar a los asistentes sino que realizaron una requisa y detectaron a los individuos armados con machetes que pretendían ingresar.
  En cuanto a la fiesta en sí, se destacó una bandera que decía: “Los ídolos se respetan. Pomelo + 10”, que estaba colgada en el alambrado del Coloso entregando un claro mensaje.
Y cuando aún no había llegado el plantel hubo algunas corridas en la popular y las fuentes policiales consultadas confiaron por lo bajo que “tiene que ver con un intento de cambio de mando en la barra. El Chivo S. estaba con un arma y quería copar el liderazgo”. Por suerte nada sucedió, el banderazo luego transitó por la normalidad y todo fue una fiesta.
  Todo quedó de lado en el momento de mayor éxtasis, cuando los jugadores ingresaron al campo de juego y recibieron el empuje anímico tradicional. Ese que sorprendió a aquellos que lo vivieron por primera vez, como el peruano Advíncula, Emanuel Insúa, Formiliano y D’Angelo. Todos observaban azorados tamaña muestra de locura, la pasional, la que siempre es lindo destacar por sobre aquellas situaciones cargadas de violencia repudiable.
  Después de las 20 los futbolistas llegaron a la cita y se encontraron otra vez con un espectáculo imponente como muchas veces. Una demostración de pasión extrema y lealtad a los colores, pero con el pedido de siempre de triunfo sobre el eterno rival. Los humos de colores y fuegos artificiales iluminaron el cielo en el Parque de la Independencia, mientras retumbaba el nombre de Mateo. Quizás uno de los más queridos por los hinchas, que cantaron “poné a Pomelo...” y se escuchó con furia desde la tribuna y la platea.
  Otra vez una increíble multitud de leprosos pintó de rojo y negro el Coloso. Sin partido de por medio, pero en la antesala al clásico con el canalla y con la necesidad de empujar anímicamente a sus jugadores. En un partido lleno de necesidades.

“Llegará el día en que una sola zanahoria, observada con los ojos nuevos, desencadenará una revolución”

Paul Cézanne, pintor francés