No venía bien cuando Unión se fijó en él. La primera vez que se lo contrató (2001), era casi un debutante (sólo una experiencia previa en Colegiales y en El Porvenir). El equipo jugaba bien, pero no cosechaba puntos en la misma medida que desplegaba su fútbol en la cancha. Después, el descenso con Rosario Central, un paso con poco para resaltar en Quilmes y sólo 13 partidos en San Lorenzo sin pena ni gloria, fueron minando sus mejores logros (el ascenso con Olimpo y una salvación dramática del descenso con Gimnasia y Esgrima La Plata).

No venía bien a fines de 2013, cuando Unión lo fue a buscar para respaldarse en una figura querida y con espaldas en el club, para afrontar la segunda parte del torneo de ascenso luego del alejamiento de Facundo Sava. Leo afrontó el desafío presumiendo que ese club en el que había vivido momentos de gloria, podía devolverlo a un primer plano. Unión estaba en la B y con un equipo que en ese 2013 apenas tenía una sola cosa por festejar: haberle ganado a Colón cuando ya estaba descendido, con aquel gol de Lizio. Poco y nada. Madelón arrancó su etapa y fue armando la estructura para pegar el salto.

A sabiendas de esa gran e imperdible oportunidad que le daba la reglamentación (los diez ascensos), se armó un equipo en el que no se equivocaron en nada. Los jugadores que llegaron rindieron, los que estaban se potenciaron y, como si fuese poco, los pibes del club a los que Madelón les dio oportunidades, las aprovecharon. Ascenso siendo el mejor, un año aceptable en la A y este segundo torneo en Primera con 22 puntos y objetivo cumplido en lo matemático, con el aliciente de dos clásicos ganados.

Ahora, con Troglio habiendo culminado su larga permanencia en Gimnasia (hoy en Tigre), con el mellizo Barros Schelotto yéndose de Lanús para dirigir a Boca y con Zielinski afuera de Belgrano, el técnico de mayor permanencia de los de Primera, se llama Leonardo Madelón. Y no es casualidad.

Es obvio, porque estamos en Argentina, que los resultados ayudaron. También se podrá decir que aquel partido con Crucero del Norte en el arranque del torneo del ascenso a la A y el clásico en cancha de Colón (ambos partidos ganados por idéntico resultado: 3-0) fueron clave para que Leo siga en su cargo. Fueron escollos que se superaron. Pero lo medular es que los dirigentes confiaron en un técnico que llegó maduro y con la mente clara y abierta para triunfar otra vez en Unión.

Hoy, Madelón monitorea lo que pasa con su plantel. Sabe que hay un par de jugadores (Martínez y Malcorra) que son apetecidos por varios, y que quiere dar ese tan mentado salto de calidad. Le sacó jugo al plantel, potenció jugadores del club y armó una estructura confiable. El salto de calidad no sería sólo sumar para el promedio o ganar algún clásico más. Entrar en una copa sería algo interesante por lograr. Le daría un buen cierre a este proceso en el que dirigentes y DT están poniendo lo suyo para que no se corte.